- La generación de ruido en los barrios es la mayor causa de denuncias y llamadas a la Línea 123, generando estrés en la salud de la ciudadanía, expresaron Concejales.
- El trabajo articulado entre entidades y las estrategias a largo plazo deben contemplarse dar solución a la problemática, sin desconocer la vocación de turismo y entretenimiento de la ciudad.
El control del ruido en los barrios es necesario en la medida que afecta la salud mental de las personas, quienes constantemente están denunciando el abuso de los establecimientos comerciales, representando el 70% de las denuncias a la Línea 123, expresó la concejal citante Claudia Carrasquilla.
Manifestó la Corporada su preocupación por la actitud pasiva de varios miembros de la Administración y de la Policía; y llamó la atención de los comerciantes frente a la autorregulación, en la medida que la insonorización de sus negocios no es efectiva para evitar los perjuicios del ruido a sus vecinos.
Expresó su preocupación por los problemas de convivencia e intolerancia que genera el ruido entre las personas, como el caso del asesinato en Rionegro y en otro acto de intolerancia en Guayabal, ambos eventos suscitados por ciudadanos que solicitaron a sus vecinos bajar el volumen a los equipos generadores de ruido. De los 256 barrios, solo 34 manifestaron no tener problemas en este sentido.
Por su parte, el concejal Andrés Tobón, segunda bancada citante, indicó que efectivamente el ruido es la mayor fuente de denuncias y disputas en los barrios. Definitivamente es un hecho que el tema del ruido es una preocupación concreta en Medellín, pues es la ciudad con mayor afectación frente a este fenómeno. Además, se convirtió en el principal problema de convivencia que refleja la ciudad. Para mí el más problemático de todos y frente al que uno se encuentra en un escenario de frustración absoluta, es el ruido barrial/vecinal, agregó.
Señaló Tobón que las autoridades se ven maniatadas frente a la norma, pues el Código de Policía indica que las autoridades pueden eliminar la fuente de sonido, es decir, apagar o llevarse el equipo, sin embargo, no se puede ingresar a los hogares sin orden de allanamiento por orden de la Corte Constitucional, dejando sin dientes a los patrulleros que atiendan los llamados. Propuso que, a través de mapas de calor y seguimiento a las situaciones reiteradas, cuando el infractor a la convivencia en el barrio no asuma compromisos serios, se deben asumir procesos administrativos contundentes.
El cabildante Carlos Gutiérrez, tercera bancada, manifestó que existe un Escuadrón de la Noche para hacer controles de ruido al comercio, este equipo debe trasnochar y tener presencia en los territorios, en compañía de la Secretaría de Salud, para generar las acciones pertinentes al cuidado y bienestar. Asimismo, establecer Protocolos Ambientales Territoriales que hagan parte transversal efectiva del POT.
Concejales que intervinieron en el debate, señalaron que la medida del nuevo Decreto es un duro golpe para el comercio de la rumba, señalando que cabe la posibilidad que sean sancionados los empresarios que se rigen por la norma. El problema del ruido representa una Medellín enferma, situación que viene creciendo por la falta de empatía y de cultura ciudadana para estar en los zapatos del otro.
El ruido es mucho más que una molestia pasajera, es un veneno que poco a poco erosiona lo que somos, lo que sentimos, lo que compartimos. Es la negación del espacio para pensar, para sentir, para vivir y no podemos dejar que este enemigo silencioso siga apoderándose de nuestra ciudad, robándonos el derecho más básico de estar en paz, afirmaron.
En su intervención, la secretaria de Medio Ambiente, Ana Ligia Mora, aseveró que se está trabajando para hacer los controles efectivos, trabajando de la mano con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá a través del Plan de Gestión Integral del Ruido que tiene como objetivo bajar los índices de afectaciones a partir de la prevención como principal metodología en todas las escalas.
Uno de los grandes desafíos a gestionar es el ruido generado por la movilidad, que en horas pico impacta los decibeles en el ambiente de manera significativa, afirmó la secretaria Mora. Otro de los enfoques es la atención de PQRS, para lo cual se utilizan los decibelímetros que arrojan medidas exactas que sirven como evidencia a la hora de la sanción. Las estrategias para controlar el ruido quedaran plasmadas en el POT como una estrategia transversal, concluyó.
Desde la secretaría de Seguridad y Convivencia, Laura Hernández manifestó que, ante la problemática de la generación de ruido por parte del entretenimiento se aborda desde dos líneas: vigilancia, control y sanción; y otra de prevención y pedagogía que se realiza a través del Escuadrón Anti Ruido. Mencionó que los sectores más afectados actualmente son Castilla, Poblado y Laureles, en las que se desarrollan la mayoría de las acciones más contundentes, sin dejar de atender las quejas que llegan a las inspecciones, además de los operativos de fines de semana.
La representante del AMVA, Diana Catalina Hoyos, expresó que a través del Acuerdo Metropolitano de 2019, la entidad tiene funciones de monitoreo y control de las emisiones de ruido y para ello han construido los mapas de ruido y conflicto en los que se hacen mediciones en el Sistema Metro, Aeropuerto, centro de la ciudad, Parque de la Conservación, entre otros, y que está articulado con el sistema SIATA, para generar las acciones que lleven al control y la prevención de la organización como autoridad ambiental.